Celta y Atlético de Madrid se enfrentaban por el Trofeo Ciudad de Vigo. En principio, parecía que sería un partido bastante disputado. O al menos, eso esperábamos muchos, que nos encontramos con un tostón, sin ritmo alguno, y sin un dominador claro.
El Atleti, afrontaba el choque con muchas bajas, y el once no era digno de un primera. No hay tanto banquillo como parecía. En cambio, el conjunto de Vigo luchaba con todo. Y se llevó la victoria que, en mi opinión, mereció.
Simeone jugaba con Mario y Tiago en el medio. En teoría, el madrileño tenía que pegar patadas, y el portugués se encargaría de repartir de juego y mover al equipo. Pero nada de eso. Mario, pocas patadas, pero al menos sacaba el balón con algo de sentido. Tiago, totalmente desaparecido en todo tipo de labores.
Con los dos medios dormidos, el juvenil Óliver cargó el equipo a sus espaldas, y tiraba de todos ellos. Repartía juego, llegaba, cortaba, y tomaba el mando de las acciones a balón parado. Un líder, y bien que lo hizo. Maravilló a todo el que le vio. Volviéndose hacia atrás cuando no había opción, al más puro estilo Xavi, y corriendo como el que más cuando era necesario. Y empezaron a llegarle balones a Borja, Salvio y Cristian Rodríguez.
Tras 10 minutos de tanto, el Celta cogía la pelota, pero poco le duró. En cuanto que la joya del Atleti tomó galones, los rojiblancos empezaron a dominar. Con Filipe y ‘Cebolla’ por la izquierda, y Salvio por la derecha, el peligro acechaba la portería de Javi Varas. Salvio estaba solo, sí, Sílvio no hacía nada más que pegar patadas a todo lo que se encontraba de por medio.
Mucho juego ofensivo, y alguna ocasión, pero no se materializaba. Parecía que sólo hacía falta tiempo. Borja tuvo la más clara, tras un balón largo, en la que hizo un control magistral, pero posteriormente erró ante el portero. Salvio tuvo otra, y un centro de ‘Cebolla’ que se envenenó, eso fue todo lo que hizo el Atleti en una primera parte bien defendida por los gallegos.
En el segundo tiempo, empezó el carrusel de cambios. Aparecieron en escena Asenjo y Raúl García, ese que tantas ganas tenemos de ver los colchoneros, ya que será el sustituto de Diego, en principio. Y las cosas funcionaron.
Salvio en punta, el navarro por detrás y Óliver a la derecha, esa era ahora la organización. El de Navalmoral de la Mata desapareció un poco, aunque seguía mostrando su calidad, y Raúl jugaba bien, llegaba, centra, y daba pases en corto, pero bien dados. Y llegaron algunas ocasiones.
Varios centros seguidos pudieron acabar en gol, rematados por el exosasunista, pero su falta de puntería en unas, y el acierto del portero en otras, lo impidieron. El Celta ni veía el balón. Pero cuando lo vio, acertó.
Se fue Óliver Torres, el Atleti perdió el dominio, y en cuanto que lo cogieron los gallegos, marcaron. Minuto 75, una contra, fallo de Tiago en el robo, un centro, y gol de Bermejo. Ya sabemos que Miranda por arriba no despeja ni una, punto débil. Y eso fue todo. El Celta dominó el partido unos minutos, mientras moría, y el Atleti apenas buscaba el gol, parecía que no tenía ganas.
Así terminó un partido y un torneo, que ilusiona a los aficionados celtiñas, más aún tras haber ganado a la Académica, y decepciona a los del Atleti.